Más rápido que el Colt

Pablo Poveda
2 min readMar 11, 2021

El camarero es más rápido que el Colt sirviendo las cervezas. Espuma aquí, encurtidos allá. Un grupo de chicas cruza el pequeño local madrileño, decorado de azulejos castizos, carteles de toreros y fotografías de los famosos que habían pasado por allí. Otros tiempos, en blanco, en negro y en technicolor. Días en los que abrirse hueco era una jugada de fútbol americano. Ahora la barra de zinc es pista de aterrizaje.
— Pon Telemadrid, anda — le dice el camarero a su ayudante, mientras corta unas rodajas de chorizo y apura el café con leche en vaso de cerveza que tiene a su vera. Más clientela, menos silencio y el canal sin cambiar. La escasa conversación entre ambos despierta mi interés. Un lenguaje secreto, blindado con los años, en el que las palabras, carentes de significado, son parte del decorado. Ellos se comunican con señas, con algún que otro desmán y con un fruncido ceño que lleva así desde que me he pedido la primera caña. Me despido y salgo de allí, sin esperar un adiós por parte de nadie y menos de ellos. La vida es demasiado corta como para ir haciendo de lo mundano, algo personal. Y más corta todavía como para convertir el mal día de otros en una reseña negativa de TripAdvisor.

Vivimos en una época en la que opinar por gusto y por disgusto es tan sencillo como disparar a una lata de refresco a cinco metros de distancia. A veces aciertas, a veces no, y en ocasiones te lastimas el pie. Los años de oficio ayudan a despejar la mente, a no intentar agradar a todos, pues quien persigue esto último, está abocado al fracaso. No podemos vivir con pánico a que nos hieran, pues las muescas simbolizan la resistencia. Son tiempos duros para el rechazo, pero más lo son para ganarse una aprobación líquida que se mueve como los precios del bitcoin. Son tiempos de hacer lo que nos gusta y de hacerlo bien. Tiempos de toma y no de espera ya que, visto lo visto, conviene esperar poco. Tiempos de beber más, de quejarnos menos, de relativizar lo justo y de oír el bullicio de las calles para entender que formamos parte de una Vía Láctea de rayos y truenos en la que, al final del día, en la más oscura intimidad, reconocemos nuestra profunda ignorancia sobre tantas cosas.

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Pablo Poveda

Escritor mediterráneo. Finalista del Premio Literario Amazon 2018 & 2020. Encuéntrame en http://elescritorfantasma.com.